Por: Abel Vale
El 22 de marzo se celebró el Día Mundial del Agua, en el que recordamos la relevancia de este líquido VITAL, porque sin agua no hay vida.
La pandemia del COVID-19, producida por un virus, ha puesto a la humanidad de rodillas y en jaque a la economía globalizada, demandando tomar medidas en extremo urgentes para contener el mismo. Ese nuevo virus, parte de los sistemas naturales, nos recuerda que todo es interdependiente y está interrelacionado. El agua, la atmósfera, la tierra y los organismos vivos están estrechamente ligados por un sistema de redes sumamente complejo que requiere de una visión sistémica para solucionar los problemas que enfrentamos.
Lamentablemente, en los últimos doscientos años los humanos hemos creado una cosmovisión de que estamos por encima de toda la naturaleza; una percepción distorsionada de la realidad, ya que como especie dependemos totalmente de los sistemas naturales.
El ser humano ha liberado grandes cantidades de CO2 a la atmósfera usando combustibles fósiles y provocando un calentamiento global sin precedentes que irá en aumento a menos que la humanidad tome medidas drásticas. El consenso científico es que el cambio climático afectará seriamente los recursos de agua poniendo en serio peligro la disponibilidad de este líquido vital.
Aunque nos resulte lejano, es importante que sepamos que los desplazamientos humanos dentro de Siria, de gran parte de África, y de países más cercanos como Honduras y El Salvador son producto de grandes sequías. La carencia de agua y alimentos ha generado desplazamientos y migraciones, así como grandes tensiones a un gran costo en vidas humanas.
De la misma forma que los científicos advirtieron sobre las epidemias por virus y otros patógenos desde hace tiempo y los mismos no fueron atendidos, ahora a costa de miles de vidas no debe de haber justificación para que esto vuelva a suceder con el cambio climático. Se deben de tomar medidas precautorias políticas, económicas y sociales ante el cambio climático, antes de que sea tarde, y basarlas en el conocimiento científico, no en el capricho o juicio de los políticos o de otros intereses.
Que esta conmemoración anual sea un estímulo para que decidamos proteger nuestros acuíferos en el karso y los demás recursos hídricos de Puerto Rico todos los días. No podemos perder más tiempo; es nuestro deber legarle un futuro a los hijos e hijas de este país.
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